La arquitectura constructivista es más a menudo recordada por escritos y en papel. Las dos estructuras más radicales y reconocidas del movimiento, el "Monumento a la Tercera Internacional" de Vladimir Tatlin y la "Tribuna de Lenin" de El Lissitzky nunca fueron más que maquetas. Agarrando de raíz a la Revolución Rusa de 1917, el constructivismo fue el resultado de artistas cubo-futuristas sumando su cinetismo y abstracción a las preocupaciones sociales de los bolcheviques, con la esperanza de utilizar el arte como una plataforma para motivar cambios en la sociedad. Visualizando el museo como un "mausoleo del arte," en 1918 el nuevo formato Arte del Común afirmó: "El proletariado creará nuevas casas, nuevas calles, nuevos objetos de la vida cotidiana... El arte del proletariado no es un santo santuario donde las cosas se miran perezosamente, sino el trabajo, una fábrica que produce nuevas cosas artísticas. "[1]
A pesar del predominio de la "arquitectura de papel" en la historia del Constructivismo, hay una ciudad que experimentó el fruto de este movimiento en un grado inigualable. Ekaterimburgo es la cuarta ciudad más grande de Rusia, hogar de cerca de 1,5 millones de personas. Esta ciudad posee la mayor concentración de arquitectura constructivista del mundo, con aproximadamente 140 estructuras. Para celebrar la importancia en la historia de la arquitectura de Ekaterimburgo, el fotógrafo Denis Esakov ha compartido con nosotros sus imágenes de esta particular arquitectura.
A pesar de la ola de entusiasmo inicial entre los arquitectos rusos, la vanguardia pronto fue denunciada por el líder soviético Vladimir Lenin. Como ha dicho el historiador Charles Jencks, "Lo que le daba placer a Lenin, como a Marx y más tarde a los estalinistas, fue el realismo social de Courbet en la pintura, Balzac en la literatura y el clasicismo de los griegos en la arquitectura."[2] A pesar de que esta oposición llegó temprano y pareció que el constructivismo falló de manera unilateral, la mayoría de los defensores radicales del movimiento se mudaron hacia el Occidente en la década de 1920, dejando una forma menos radical y socialmente más pragmática florecer en la década siguiente.
Fusionando los componentes de la nueva cultura, al igual que los gráficos y la publicidad, con nuevos componentes arquitectónicos como antenas de radio, cables de tensión, marcos de hormigón y vigas de acero, los arquitectos constructivistas fueron pioneros en nuevas formas de construir a través de conjuntos de funciones no relacionadas. Un buen ejemplo es el altamente influyente, aunque sin construir, Palacio del Trabajo diseñado por Alexander, Leonid y Víctor Vesnin en 1923. El edificio incluía dos auditorios que juntos podían albergar a 10.500 personas, oficinas de administración, una estación de radio, un restaurante para 6.000 personas, un museo de ciencias sociales, un museo de la mano de obra, una biblioteca, un observatorio meteorológico y un laboratorio de astrofísica. Aglomeraciones como esta, obviamente, tienen influencia sobre megaproyectos posteriores como el Rockefeller Center o Brasilia, así como los primeros trabajos de Rem Koolhaas y OMA. El constructivismo abrazó nuevas experiencias en el cine y el teatro, la vivienda social, la ciudad des-urbanizada y el club de trabajadores, todo para crear el "hombre multifacético y plenamente desarrollado de la vida comunista", dice Charles Jencks. [3]
Vientos en contra desde el partido y la falta de apoyo a nivel comunitario impidieron al Constructivismo y sus arquitectos alcanzar su objetivo final de crear "Centrales sociales", como el Palacio de Trabajo. Ekaterimburgo, sin embargo, se convirtió en un centro de la industria soviética en el mismo momento en que el constructivismo tenía gran apoyo (1926). Hasta entonces, esta ciudad al pie de las Montañas Ural había sido una ciudad predominantemente de casas de madera de un solo piso. La industrialización trajo edificios de cuatro a cinco pisos, de geometrías claras y ángulos agudos, numerosas ventanas y terrazas, y con decoración minimalista.
Aunque la mayoría de los edificios permanecen intactos, la ciudad de Ekaterimburgo tiene un historial notoriamente pobre en cuanto a preservación arquitectónica, de la misma manera que un boom en la construcción en la última década ha eliminado muchas de las estructuras que son anteriores a los edificios constructivistas, muchos temen que éstos van a ser la próxima pérdida de la ciudad. A la luz de estos cambios, el intento de grabar y celebrar las riquezas constructivistas de la ciudad por el fotógrafo Denis Esakov podría convertirse en un acto de suma importancia de la noche a la mañana.
Referencias:
- Jencks, Charles. Modern Movements in Architecture. 2nd ed. Harmondsworth, Middlesex, England: Penguin, 1985, 82.
- Ibid., 83.
- Ibid., 84.